Aquel que hayan viajado a países como India, Nepal, Tailandia y muchos otros del continente asiático, convendrá conmigo en que los monos campan a sus anchas por casi todas partes. Pero si hay una que verdaderamente merezca ser llamada “La ciudad de los monos", esa es Lopburi: una pequeña y “tranquila” localidad a unos 150 kilómetros de Bangkok, donde los traviesos simios son los auténticos dueños de las calles.
Considerada una de las ciudades más antiguas de Tailandia, a simple vista no hay nada en Lopburi que la haga destacar por encima de otras urbes de la zona. Sin embargo, supone una parada clásica en el trayecto de Bangkok a Ayutthaya, con la excusa de ver algunos de los prang de estilo jemer que se conservan de la ciudad antigua.
No obstante, una vez allí uno no puede evitar pensar que el mayor atractivo y el verdadero motivo que ha hecho famosa a Lopburi, no son sus templos, sino el hecho de que la ciudad, más que por personas, parece estar poblada en su mayor parte por monos.
Verdaderamente llama la atención. Ni en otra ciudad conocida por su cantidad de simios como Varanasi en India, he tenido hasta tal punto la sensación de que los monos eran los verdaderos amos y señores de la calle.
Están en todas partes: en las aceras, en los cables de la luz, en las ventanas, sobre los coches… y por supuesto, en la entrada de los templos, esperando al incauto turista para intentar robarle algo de comida.
El asunto llega a tales extremos que una de las primeras advertencias que recibe el viajero antes de llegar, es no llevar objetos vistosos y de valor sobre el cuerpo (como gafas o pendientes) y muy especialmente no molestarles, ya que si se les toca las narices, los monos no son nada amigables.
La situación más curiosa se da al entrar en lugares de interés histórico como Prang Sam Yot, en cuyas puertas se han instalado rejas para que, una vez dentro, los monos no se acerquen al visitante.
¿Podéis imaginar lo que se siente dentro de un templo tan pequeño, mientras uno o varios monos te observan a través de las rejas? Mi primer e instintivo pensamiento fue que me encontraba en un zoo, sólo que en este caso ¡el animal era yo!
Si os habituáis a su compañía y queréis aprovechar la parada, en Lopburi hay pequeños rincones que merecen un vistazo. Además del ya nombrado Prang Sam Yot, el todavía más grande Wat Phra Si Rattana Mahatthat ofrece en un mismo recinto la posibilidad de admirar ruinas de dos eras distintas. A unas pocas calles, en el Museo Nacional Samdej Phra Narai encontraréis imágenes de Buda y artesanías jemer y ayutthaya.
Pero no nos engañemos: aquel que se detiene en Lopburi lo hace, fundamentalmente, para comprobar si la leyenda acerca de sus monos es cierta… y os lo aseguro: ¡en este caso la realidad supera cualquier cosa que os hayan contado!
Imagen | Jared Kelly en Flickr En Diario del Viajero | El Festival de los monos en Tailandia, Una experiencia diferente: buscar oro en un río de Tailandia