Podría haberme dirigido hacia Sarajevo y enlazar a través de Serbia con la autopista que lleva a Sofía y más tarde a Estambul. Es la vía directa. La usé durante el invierno del 2010 en mi periplo a Irak e Irán, pero prefiero recorrer la costa hasta Grecia. La razón se encuentra en la población de Herceg Novi, antigua Castelnuovo, donde en el s XVI se librará una de las batallas más épicas del Ejército Español.
Me desvío hacia el interior. Las casas se desparraman por las laderas de los montes, Pregunto a los más viejos por la “Española” y me indican. Saben donde es. Encuentro una señal en serbocroata “Fortaleza Española”. Dirige a las ruinas abandonadas de un castillo. La maleza se come el interior del patio de armas. Camino entre los muros combados y me pongo en la piel de los compatriotas muertos aquí hace cinco siglos.
A comienzos del siglo XVI el Imperio Otomano suponía una grave amenaza. Los turcomanos habían invadido Austria y se les había detenido a las puertas de Viena. Protestantes y católicos aparcaron sus guerras y constituyeron la Santa Liga con un gran Carlos I como cabeza cimera. Pero, las disensiones internas se mantenían y eso se pagó caro en la defensa del Mediterráneo.
Conquistada Castelnuovo por el Tercio Viejo de Nápoles, la posición fue cercada por tierra y mar. El comandante Francisco de Sarmiento se enfrentaba con apenas 4.000 hombres a 50.000 enemigos turcos. Las promesas de reforzarle nunca se cumplieron. Conminado a la rendición por el turco Barbarroja, la respuesta fue tan tajante como letal: “que vengan cuando quieran”.
Y fueron. Y los españoles no se rendían Y los turcos empezaron a bombardear y el fuerte quedó reducido a escombros. Y fue terrible el combate cuerpo a cuerpo. Y mataron a muchos adversarios. Pero los turcos tenían tropas de número inagotable. Y el asedio se mantenía. Poco a poco los españoles fueron cayendo. Y cuando las murallas desaparecieron apenas quedaban vivos 700, pero tampoco se rindieron. Y los turcos los aniquilaron. Y hoy nada aquí recuerda esa epopeya ni ninguna institución española, ni de izquierdas ni de derechas, ni civil ni militar, ha puesto aquí una puñetera placa.
Fotos:Miquel Silvestre
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