En la tradicional sociedad China, cuando los jóvenes han pasado de los 27 años y todavía no se han casado, sobretodo si son mujeres, es hora de que sus padres los empiecen a anunciar o “vender” en plena calle. Se debe a la concepción de la sociedad china sobre lo que es tener éxito en la vida: dinero y familia, en resumen.
De manera que para conseguir lo primero se pasan la vida trabajando sin descanso, y a muchos no les da tiempo de encontrar una pareja con la que contraer matrimonio. Entonces es cuando sus padres redactan un anuncio exhibiendo las cualidades de los primogénitos. Los anuncian un poco como el que describe las características técnicas de su automóvil, sin mención alguna a carácter o aficiones. Se trata de un negocio, un intercambio mercantil entre hijos, en la que la opinión de estos no es tomada muy en cuenta en un primer momento.
Más tarde, una vez cerrado un trato, los jóvenes se conocerán en una cita a ciegas. En una juventud china cada vez más moderna y occidentalizada, los hijos sufren la disyuntiva entre querer mandar a sus padres a freír tofu o ceder ante la tremenda presión familiar, aún muy vigente en este país tradicionalmente anclado en costumbres de hace 5.000 años.
En las plazas se reúnen –en la foto, una de Nanjing- los progenitores explicando las bondades de sus vástagos, con la fe de casar finalmente a los pobres descarriados. También acontece tanto en la Plaza del Pueblo de Shanghai como en otras tantas en Beijing, siempre en fines de semana. Eso sí, en los anuncios no encontrarás ni una foto, porque todos sabemos bien que el amor no entiende de físico. Aunque ante este divertido espectáculo de otros tiempos cualquiera pensaría que tampoco entiende de sentimientos, sino más bien de salarios y posesiones materiales.
Un anuncio reza: “Hombre, responsable de una empresa estatal, trabajo estable, salario anual 100.000 (yuanes), graduado en la australiana Universidad de Queensland, posee vivienda de varias plantas dentro de la ciudad, posee vehículo, edad 35 años, altura 1.82, activo y atractivo, nunca ha estado casado. Busca mujer cariñosa, educada y que no se haya casado nunca, edad de 30 años o menos, altura 1.62 o más, con educación universitaria. Si tienes interés contacta al...”. A mi me sonaba a que todo era un poco engañifa.
Fue curioso divisar anuncios de ancianos de 70 años o más que también se ofrecían para encontrar pareja, lo cual me resultó entrañable en cierto modo. Los tiempos cambian, y hoy en día, gracias a las nuevas tecnologías, los padres han empezado a optar por las redes sociales e incluso por agencias matrimoniales que se encargan del trabajo sucio. Date prisa antes de que desaparezca para siempre, aún estás a tiempo de observar durante un par de horas el peculiar espectáculo sociológico que supone esta práctica, y, por qué no, siéntete libre de ofrecerte a encontrar pareja tú también. ¡Es broma!
Fotos | Juan Alberto En Diario del viajero | San Valentín: los destinos preferidos por los chinos