Muchos de los castillos que recorren nuestra geografía se mantienen como imponentes testigos de la rica historia que nos antecede. Aunque la Asociación Española de Amigos de los Castillos ha contabilizado que hay unos 10.200, se cree que en realidad hay más de 20.000 (no todos en buen estado de conservación).
Alguno de ellos albergan dentro de sus murallas pueblos enteros, otros siguen dominando el paisaje de poblaciones que siguen teniéndolo como emblema y otros se han convertido en escenario tanto de películas como de millones de visitas cada año por su excelente estado de conservación.
Es el caso del Castillo de Loarre, una joya arquitectónica ubicada en la provincia de Huesca que ofrece a sus visitantes un fascinante viaje al pasado. Considerado uno de los castillos románicos mejor conservados de Europa, este monumento se erige imponente sobre la llanura de la Hoya de Huesca, ofreciendo vistas panorámicas que quitan el aliento y que en su día fueron clave para controlar las ricas tierras agrícolas de la llanura.
Un viaje en el tiempo entre murallas milenarias
Construido a finales del siglo XI, el Castillo de Loarre fue una fortaleza clave durante la reconquista cristiana. Encargado por el rey Sancho III de Navarra, el castillo sirvió como bastión defensivo contra las incursiones musulmanas, aunque en realidad nunca fue objeto de ataque (lo cual explica su buen estado actual).
Su sólida estructura está compuesta por gruesos muros de piedra que descansan sobre una roca de piedra caliza, además de una muralla con torreones defensivos, muchos de los cuales han resistido el paso del tiempo y las inclemencias del clima.
El castillo cuenta con varias dependencias que reflejan su importancia histórica y estratégica, como la iglesia de San Pedro, la Torre de la Reina, la Torre del Homenaje y el Cuerpo de Guardia. Su diseño arquitectónico muestra una sofisticación inusual para su época, destacándose por sus intrincados detalles románicos, su cúpula y su cuidadosa adaptación al terreno rocoso sobre el que se asienta.
Los tres monos del Castillo de Loarre
En una de las columnas que se encuentran al entrar en el castillo se encuentran tallados tres monos, uno tapándose los ojos, otro la boca y otro los oídos como símbolo avisor a los visitantes de que nadie podía decir, comentar, ni hablar sobre lo que sucedía en el interior. Cuentan algunos guías que quien lo hiciera, era condenado a muerte.
Por supuesto similitud de su estilo ha hecho que se relacionen con los famosos emojis de los monos, y aunque es un buen gancho para motivar a los visitantes a explorar de forma minuciosa la gran cantidad de pequeñas esculturas que adornan las columnas, lo cierto es que hay muchos otros que se encuentran en mejor estado y que son verdaderas obras de arte, como el perro tallado que representa el guardián del castillo.
Como un último detalle a tener en cuenta, también ha servido de inspiración y escenario para producciones cinematográficas, siendo la más notable "El Reino de los Cielos" de Ridley Scott, lo que añade un atractivo moderno a su ya rica historia.