Lo bueno comienza al entrar en Texas, el estado continental más grande de la Unión. Cuando se deja atrás la aglomeración de Houston y nos aproximamos hacia la frontera con México, se despeja el horizonte humano, disminuye el tráfico, desaparecen los edificio y retorna la naturaleza primitiva de una tierra dura, desértica y salvaje que nos da la impresión de conocer ya por las películas de Hollywood.
Esa es la constante en Norteamérica. La de conocer el país gracias al cine. Todo parece un decorado. Sin embargo, el relato cinematográfico se ha decantado por mostrar un pasado anglosajón, en el que los pioneros serían siempre rubios cowboys de ojos azules y los mexicanos quedarían relegados al papel de morenos secundarios pendencieros.
Pero esto es una falsificación histórica por motivos políticos. En el periodo de entreguerras, la industria cinematográfica buscaba congraciarse con el poder político y económico hegemónico en los incipientes Estados Unidos de los años 20 a los 70: los Wasp (White Anglosaxon Protestant) y así se olvidaron de hechos esenciales en su verdadera historia como que la primera ranchería de Texas se formó en Goliad por el gobernador español para abastecer con 10.000 cabezas al Ejército del malagueño Bernardo de Gálvez antes de reconquistar la Florida en 1783 derrotando a los ingleses en Pensacola.
En Goliad, el 3º pueblo más antiguo de Texas se encuentran un fuerte español y una misión franciscana. Y aquí comenzamos a contar la fabulosa historia del primer blanco que recorrió estas tierras en el siglo XVI. Y no lo hizo un anglosajón, sino un español de Jerez de los Caballeros, quien caminó desnudo y sin armas durante ocho años después de naufragar en 1527 en la bahía de Tampa. Se llamaba Alvar Núñez Cabeza de Vaca y esta es su historia.