Es inevitable. No queda otra más que armarse de paciencia, descalzarse cuando a uno se lo piden y satisfacer la gélida curiosidad de los funcionarios de inmigración al llegar a nuestro destino. Y en el avión, además, tenemos que rellenar un formulario para declarar que no hemos participado en conspiraciones de índole nazi -o que no tenemos la más mínima intención de atentar contra el presidente de los Estados Unidos-. A partir del 24 de enero de 2006, las autoridades americanas nos exigirán nuevos datos. Hasta ahora bastaba con la información que ya de por sí incluye codificada el pasaporte: nombre, apellido, fecha de nacimiento, sexo, nacionalidad, número del documento, país emisor y fecha de expedición. De ahora en adelante será necesario detallar algo más, como la dirección de destino.
No es una gran exigencia, pero esto nos sirve para recordar que es muy, muy recomendable consultar la información que ofrece la Embajada de Estados Unidos en España y que periódicamente es actualizada con los últimos requisitos. Nunca está de más comprobar si se necesita solicitar un visado para entrar en aquel país. Deben hacerlo, por ejemplo, las personas que se desplacen por motivos de trabajo y representen a un medio de comunicación. Yo conozco a un periodista que, por ignorancia, fue repatriado a España como un vulgar delincuente desde el aeropuerto de Chicago. La señora de al lado, según contaba, le miraba como si fuera Hannibal Lecter.
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