Concretamente, Tesla estuvo hospedado en las habitaciones 3327 y 3328 en los últimos diez años de su vida, falleciendo en 1943 de una trombosis coronaria. Nada más morir, su habitación fue allanada por agentes del FBI a las órdenes de J. Edgar Hoover por su condición de pacifista.
La estética del New Yorker es art déco, al igual que sus contemporáneos el Empire State Building (1931) y el edificio Chrysler (1930), y se construyó en 1930. Tiene 1.083 habitaciones. Ha pertenecido al reverendo Sun Myung, el líder de la secta Moon, allá por 1976, un nuevo movimiento religioso fundado en Corea del Sur en 1954.
Los turistas que suelen acudir a la habitación de Tesla suelen ser, tal y como lo describe el historiador Gregorio Ugidos en su libro Chiripas de la historia:
ingenieros electrónicos y entusiastas de la tecnología; ufólogos y otros fanáticos de la antigravedad, los rayos de la muerte y las palomas telepáticas; serbios y croatas.
Tesla amaba a los animales, así que alimentaba a diario a las palomas que se posaban en el alféizar de la ventana de su habitación en el New Yorker. Amaba con pasión a las palomas y a menudo rescataba a palomas heridas en Central Park y las cuidaba hasta que volvían a volar. Una vez, cuando ya había perdido su fortuna, se gastó 2.000 dólares en una prótesis para que una paloma que había perdido un ala pudiera volar.
Hoy, en el hotel New Yorker, en la 7ª avenida, una placa recuerda sus últimos años allí. Si finalmente os hospedáis allí, no olvidéis de dar de comer a las palomas que por allí revolotean para honrar la memoria de Tesla.
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