Por ejemplo, Iron Chef es una competición con reminiscencias de las artes marciales (su presentador es, por cierto, Mark Dakaskos, un experto en artes marciales), en los que los chefs participantes deben prepararar una serie de platos en una hora con un ingrediente secreto. Todos los platos deben contener ese ingrediente, incluso el postre. Y el ingrediente puede ser el pulpo, por ejemplo.
Sin embargo, mi programa favorito de Food Network es el psicotrónico Diners, Drive-ins and Dives, presentado por un tipo con el pelo de punta y las gafas en el cuello (en la parte de atrás en el cuello, concretamente, os lo juro). El tipo se llama Guy Fieri y, desde lejos, nos podría parecer un macarra de barrio o un personaje del GTA, pero es un tipo que acaba cayendo simpático y que, además, me ha descubierto los mejores diners del país.
Es decir, restaurantes de gran calidad (la mayoría de ellos elaboran sus alimentos desde cero), populares y de precios asequibles. Algo así como el Bar Manolo ese de las esquina en el que, a nuestro juicio, sirven las mejores patatas bravas de la ciudad.
Cuando viajo a cualquier ciudad de Estados Unidos, siempre reviso los centenares de programas de Guy Fieri en busca de restaurantes en los que comer (incluso corren por ahí mapas en los que localizarlos). En este viaje a San Francisco no iba a hacer una excepción. De modo que el primer restaurante al que acudí fue el Dottie´s True Blue Cafe.
La clientela del Dottie´s, pues, es multicultural y diversa (ya en la de por sí diversa San Francisco, como os explicaba en otra entrada): desde el escritor de cuello vuelto y bufanda anudada al cuello hasta el americano de pura cepa que acaba de llegar de Montana. Las camareras, de mohín coqueto y simpatía a raudales. Permanentemente suena un jazz sosegado. Las paredes de piedra desnuda; techos altos, casi catedralicios.
El menú del Dottie´s también ofrece toda esta amalgama de contrastes culturales. Demostrando, una vez más, que quien ose aseverar que en Estados Unidos se come mal o se está limitado por el fast food, está mintiendo o es el sosias de Paco Martinez Soria en La ciudad no es para mí (boina incluida).
Encontraréis Dottiés en el 26 Sixth Street, entre Mission y Market. No os asustéis: siempre hay cola. Además, el barrio es bastante pintoresco (siendo eufemísticos), y, mientras hacéis cola, es posible que se crucen vagabundos, personas disfrazadas dando voces y otros personajes extraños. Es una de las servidumbres de comer bien y, sobre todo, de probar el pan de eneldo. ¿Aún no os he dicho qué es el pan de eneldo?
En Dottie´s probé el revoltillo de salmón ahumado con alcaparras, tomate, cebollino y crema de queso natural, acompañado de patatas caseras. Y del famoso pan de eneldo. Oh, Dios. No hay suficientes adjetivos calificativos para describir ese pan de eneldo. Es suave, jugoso, crujiente, lleno de matices. Es una piñata de sabores: muerdes y se desperdigan todos por el paladar. El pan de eneldo, sin exagerar, está en el Top3 de mejores sabores que he probado en este viaje. Pan de eneldo, no lo olvidéis. Aunque pidáis otro plato, pedid un platito con una ración de pan de eneldo. Mejorará vuestra experiencia gastronómica y os hará, en suma, mejores personas. E-NEL-DO. Hasta resultan sabrosas las sílabas. Por mí, levantaría una maqueta de una ciudad cuyos edificios fueran de esta clase de pan; y yo me disfrazaría de Godzilla, arrasaría la ciudad y me lo comería todo. Vale, ya lo dejo.
De momento, podéis disfrutar vicarialmente del lugar con esta visita del adorable macarra Guy Fieri al establecimiento, desde su Diners, Drive-ins and Dives:
En Diario del Viajero | Instantáneas de California Fotos | Sergio Parra