De este modo volvemos a Cayo Coco para abordar el avión que tras 50 minutos en el aire aterrizará en el aeropuerto de La Habana. Allí llegamos y, a primera vista, apreciamos una ciudad quedada en el tiempo donde los coches particulares, reconocibles gracias a su matrícula color amarillo, tienen, al menos, entre 40 y 50 años de antigüedad. Estos se mezclan con modelos más nuevos, los de matrículas azules que son los pertenecientes al estado y las bordó que son los de alquiler. Al recorrer sus calles pueden observase en algunos muros diferentes frases que hacen referencia al sistema y a la revolución, muchas de ellas, pertenecientes a José Martí.
La Habana puede, entonces, dividirse en cuatro grandes barrios o zonas: Centro Habana, el Vedado, La Habana Vieja y Miramar. Así, Centro Habana es la zona limitada entre las avenidas de el Malecón al norte, el Prado al este y la Calzada de la Infanta al oeste. Se trata este de un sector popular, ruidoso y superpoblado en el que pueden apreciarse edificios que son verdaderas joyas arquitectónicas muy deterioradas, fruto de los años dorados de Cuba.
Es realmente lamentable ver el estado de las construcciones y los casi inexistentes trabajos de restauración pero, sin dudas, las imágenes callejeras de esta zona son verdaderas postales del país. Casas compartidas por varias familias, ropa secándose en sogas que atraviesan las calles y, por sobre todo, la alegría, la educación y la buena predisposición de su gente.
Pero veamos, que además de sus calles y las casas, Centro Habana también cuenta con otros atractivos como la fábrica de la famosa marca de tabaco Partagás que se alza detrás del Capitolio, justo en el límite con La Habana Vieja. Allí pueden disfrutarse de visitas guiadas pagas y de una tienda para adquirir habanos de gran calidad.
Por su parte, el Barrio Chino podrá encontrarse muy cerca y con facilidad. Si bien esta zona se extiende por varias calles, un pasaje cubierto por adornos orientales y carteles es considerado el centro de este sector. Allí abundan los restaurantes donde se podrá disfrutar de la comida china y otros que fusionan a ésta con la gastronomía cubana.
Y si de arquitectura se trata la Iglesia de la Caridad es otro atractivo de esta parte de la ciudad dado que es allí donde el catolicismo se entremezcla con la santería, es decir, con el rito traído a América por lo esclavos africanos. Frescos, mucho dorado, velas e incienso son los protagonistas de este lugar.
En tanto, para caminar y disfrutar de la fresca brisa marina, el Malecón es el sitio. Se trata del paseo marítimo que se extiende por 5 kilómetros en el que las olas rompen empapando las veredas y alguna persona que pasea por allí. Durante el día pueden verse personas pescando y otras vendiendo sus artesanías, mientras que por la noche el lugar se ve invadido de parejas y personas o grupos musicales dando rienda suelta a su arte con los sonidos típicos del Caribe.
En Diario del Viajero | Cuba Foto | Flickr de Brainless Angel (primera foto)