He aquí una actividad para los amantes de los deportes extremos y el turismo-aventura: el canopy. Y el lugar que yo recomiendo para hacerlo: Costa Rica, donde dicen que fue inventado.
¿Quién no ha soñado alguna vez con volar? ¿Puedes imaginar la sensación que se experimenta al desplazarse a 70 km/h sobrevolando las copas de los árboles del bosque nuboso?
Pues en eso consiste el canopy: en desplazarse de un árbol a otro colgado de un cable de acero, con un arnés en la cintura como única protección y tus propias manos como sistema de freno (bien protegidas con guantes, eso sí).
Parece sencillo, pero no lo es tanto cuando las distancias que llegas a recorrer superan los 1.500 metros, a una altura de 100 metros sobre el suelo (que en ocasiones ni siquiera ves, pues los árboles te lo impiden), y alcanzas una velocidad que roza los 70 e incluso 80 kilómetros por hora.
Sin duda, se trata ésta de una actividad indicada para aquellos que no padezcan de vértigo y quieran soltar toda su adrenalina en contacto directo con la naturaleza. Si consigues vencer tus miedos y abrir los ojos en pleno desplazamiento las vistas desde las alturas son asombrosas.
El lugar donde yo tuve la oportunidad de realizarlo fue la Reserva de Monteverde, en la provincia costaricense de Puntarenas, y la experiencia no pudo ser más satisfactoria. Recuerdo los primeros lanzamientos con algo de nerviosismo, pero la amabilidad de los guías que me acompañaron y sus explicaciones para cuándo y cómo frenar, enseguida lograron que dejase atrás mis temores y disfrutase de una aventura única que me ha regalado instantes que aún perduran en mi recuerdo.
Imagen | Manuel Reinhard En Diario del Viajero | El Parque Nacional de Toruguero, Las mejores vistas de Costa Rica