Pero lo que más me ha gustado es la comparación que hace de los resorts todo incluido con los casinos de Las Vegas. En ambos casos el visitante, el turista, tiene siempre la sensación de haber llegado en mitad de una fiesta que no se acaba nunca.
En alguna ocasión he experimentado también esa sensación. Llegas y el show ya ha empezado, te vas y el show sigue. Es una sensación algo triste, de desazón, como si todo fuera eterno y artificial...una sensación extraña de verdad. Imagino que al mismo tiempo es lo que los responsables de estos resorts pretenden transmitir al cliente, para que tenga la impresión de que siempre necesita más...
¿Qué opinais? ¿Alguien ha experimentado lo mismo?
Vía | Viajes Libres