York: un poco de historia

York es una ciudad que rebosa historia por los cuatro costados. En cada rincón, en sus calles, sus edificios, en cada lugar que pisamos encontramos alguna referencia a los más de 2.000 años de historia que tiene a cuestas.

Por eso, recomiendo conocer un poco acerca de la fascinante historia de York antes de lanzarse a sus calles, pues os aseguro que de esa forma se disfruta mucho más de la visita.

York fue fundada en el año 17 por los romanos, quienes la llamaron Eboracum y la convirtieron en una de las dos capitales de la Britania romana. Construyeron murallas defensivas y una fortaleza en el actual emplazamiento de la catedral en la cual fue proclamado emperador Constantino el Grande en el año 306. En el recinto de York Minster hay una estatua que lo recuerda.

Tras la retirada de los romanos, llegaron los sajones, quienes la llamaron Eoforwic y pasó a ser la capital del Reino de Northumbria dominada por el rey anglosajón Edwin, para cuyo bautismo se construyó en el año 627 una iglesia de madera en el lugar que hoy ocupa la catedral.

En el año 866 se produjo la gran invasión vikinga. Los vikingos convirtieron la ciudad en un importante centro de comercio fluvial del norte de Inlgaterra y le dieron el nombre de Jorvik, origen del nombre actual que luego derivó en York.

Los nombres de las calles de York proceden casi todos de la época vikinga como por ejemplo Stonegate, que debe su nombre a que esta era la ruta por donde se acarreaba la piedra desde el río (stone=piedra, gate=calle) o Coppergate, que deriva de “Kopparigat”, que significa calle de los carpinteros y torneros. El sufijo “gate” presente en muchas calles de York como Petergate, Fossgate o Castlegate proviene de la palabra vikinga “gata”, que significa “ruta, vía, sendero”.

En 1068 llegó Guillermo el Conquistador quien asoló la ciudad y construyó un espléndido castillo, del cual el último resto que queda es la Torre Clifford (foto). Dos años más tarde se comenzó a construir la primera catedral normanda sobre los cimientos de las antiguas iglesias de piedra y en 1222 se comenzó a construir la actual catedral.

En la Edad Media, York era la ciudad más floreciente del norte de Inglaterra gracias al comercio y la prosperidad que le aportaba el río Ouse. Muchos de los edificios medievales y de la época Tudor sobrevivieron a la Reforma y a la Guerra Civil inglesa.

En el año 1660 sobrevino el declive de la ciudad. Ya no era el gran puerto internacional de antaño, pero sí un importante foco mercantil y social del norte del país.

En 1839, con la llegada del ferrocarril y de dos importantes empresas chocolateras, Terry´s y Rowntree, principales empleadoras de la región, la ciudad volvió a prosperar convirtiéndose en un importante centro ferroviario.

El siglo pasado, en 1963 fue fundada la Universidad de York y en 1975 se creó el Museo Nacional de Ferrocarriles.

En la actualidad, York es un atractivo destino turístico que recibe a millones de visitantes cada año. Quienes hemos tenido la posibilidad de caminar sus calles, tocar sus murallas y visitar sus edificios podemos asegurar que la riquísima historia de la ciudad se percibe en cada detalle. Y es muy emocionante descubrirlos.

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