La Catedral de Colonia, la mayor de Alemania y una de las iglesias más notables del mundo, merece ser admirada por varias razones. En primer lugar asombran sus medidas: las torres tienen 157 metros de altura, el interior 144 metros de longitud y 45 de anchura, y la nave central 45 metros de alto. Pero la verdadera razón por la que la Catedral de Colonia produce admiración es por la bellísima armonía del conjunto que la convierte en una espléndida obra del gótico.
Aunque la finalización de las obras de la Catedral de Colonia tal y como la conocemos corresponden al siglo XIX, su historia se remonta a mucho atrás. El obispado de Colonia comenzó, que sepamos, en el siglo IV, pues hay constancia de que el primer obispo del que sabemos su nombre, Maternus, fue nombrado en escritos en el año 313. Las excavaciones que se realizaron tras la II Guerra Mundial en la zona de la catedral dieron cuenta de una continua utilización del recinto como lugar sagrado a lo largo del tiempo, con abundantes reformas y edificaciones nuevas.
El antecedente directo de la construcción gótica actual fue una iglesia de 95 metros de longitud de dos coros que fue consagrada en el año 870. Pero la notoriedad de la Catedral de Colonia llegaría más tarde, cuando en 1164 el El arzobispo Rainald de Dassel trajo las reliquias de los Reyes Magos de Milán a esta iglesia. Fue su sucesor, el arzobispo Felipe de Heinsberg, quien mandó construir el valioso relicario que las contiene y en cuya realización, al parecer, colaboró el orfebre Nicolás de Verdun. La obra fue terminada en 1225.
Desde entonces, peregrinos de toda Europa vinieron a adorar las reliquias de los Reyes Magos, convirtiendo a Colonia en uno de los lugares de peregrinación más importantes de la época medieval. Por esta razón, en 1248 el arzobispo Konrad de Hochstade decide levantar un nuevo edificio que satisficiera las necesidades de una catedral de peregrinaje como ésta.
A diferencia de otras obras del país, no se optó por el estilo románico alemán sino que se prefirió realizar la obra acorde a los cánones de la arquitectura gótica que por aquel entonces se desarrollaba en las catedrales francesas. El proyecto superó en sus dimensiones a todas las construcciones religiosas de su época.
En el año 1265 ya se habían terminado las capillas y el deambulatorio del coro, y en 1300 el coro mayor, pero no fue hasta el año 1322 cuando se consagró el templo. Tras esto, la ritmo de construcción de la Catedral de Colonia se relentizó. En 1360 comenzaron las obras de la torre meridional, llevada a cabo en la época medieval tan sólo hasta la altura de la primera planta, y en 1388 ya se podían usar las naves laterales del sur. A finales del siglo XV se abovedaron los siete sectores de las naves laterales septentrionales, y en 1560 se podían usar el coro y la planta baja de las naves longitudinales y de la transversal, pero fue en este año cuando se detuvieron las obras por un buen tiempo.
No sería hasta 1842 cuando Federico Guillermo IV de Prusia puso la primera piedra de la continuación de la obra y ya en 1880 se colocó en el florón cruciforme de la torre meridional, que fue la última piedra de la Catedral de Colonia, siendo este evento presidido por el emperador Guillermo I. En esta época también se dotó a la catedral de nuevas obras de arte para su interior de estilo neogótico.
Durante la II Guerra Mundial resultaron destruidas, entre otras partes, las bóvedas de la nave central y del crucero norte. Se trabajó durante 11 años para arreglar los desperfectos atendiendo a los planos históricos.
La entrada a la Catedral de Colonia es gratuita, aunque deberéis estar atentos a los horarios de las misas porque durante éstas os pedirán que salgáis del templo. Lo que sí cuesta dinero es la subida a la torre de la Catedral de Colonia, pero merece la pena.
Me pareció una pena que la Catedral de Colonia esté tan negra, y me gustaría que la restaurasen bien y devolviesen a sus piedras el lustre de antaño, como por ejemplo hicieron con la Catedral de Milán. Aún así, la Catedral de Colonia es una de las mayores joyas de Europa que nadie debería perderse. Y os recomiendo ver su exterior tanto de día como de noche iluminada, una experiencia totalmente distinta.
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