Había una vez un hotel al que le molestaban las críticas… Podríamos empezar así este post. O podríamos decir que algunas empresas no comprenden las nuevas reglas del mercado, de la publicidad, del contacto con sus clientes.
Resulta que un hotel de la bellísima ciudad de Cadaqués, pretende prohibir que los clientes que tengan una crítica la publiquen en internet.
Con el argumento que el hotel cuenta con las páginas de reclamaciones obligatorias (¿alguien sabe dónde acaban o el camino que sigue una queja una vez escrita y firmada allí?), esperan amedrentarnos de tal forma que si me he alojado en este establecimiento, y tengo algo que decir, me calle la boca… virtual.
Lo curioso es que no me dice que no se lo comente a mi cuñada, ni a mi compañero de oficina, que no abra la boca en el bar o en la puerta del colegio, ni me queje a la agencia que me lo vendió. Sino que no lo publique en internet.
O sea, que mi cuñada, mi compañero, mis amigos, las otras madres del cole o la agencia, no puedan leerlo en mi cuenta de Facebook, en un foro en el que participe, que no reciban un Twitt mío o lo lean en un comentario firmado por mi en un blog de viajes.
Se queja que “presuntos clientes” han publicado opiniones en contra de su hotel en la red y no dudan en acusar a agencias de viaje con malas artes de estar detrás de esta conspiración del mundo mundial.
En la página de este hotel (no esperen que lo mencione explícitamente, sería darle publi gratis encima) lo dejan muy claro con un “aviso a navegantes”. Nunca mejor dicho, porque cualquier navegante de la red que llegue a su página, se topará antes que nada con este cartelón:
Acojonante, ¿no? Si tienes intención de alojarte en este pintoresco hotel, debes saber de antemano que tendrás que guardarte tus malas opiniones (bueno, siempre nos quedarán las “hojas de reclamaciones”) Seguramente no esperarán que te guardes las buenas opiniones para hablarlo con tu almohada.
¿Qué opinas? ¿Es forma ésta de tratar a los clientes? ¿Cómo pueden negarse a escuchar la voz de ss huéspedes, lleguen por el camino que lleguen?
Se pierden la oportunidad de mejorar su servicio ignorando las reclamaciones que se harán (¿alguien lo duda?) sin que ellos se enteren. Porque claro, para este hotel las únicas quejas válidas son las que están en el librito, con firma, fecha y sello.
No se dan cuenta. Siempre existió el boca a boca. “En aquel restaurante se come bárbaro (o mal)“. “El hotel donde estuve está bien ubicado y tiene buenos precios“. Dicho en el bar, en la sala de espera del dentista, en reunión de amigos, en el descanso del café en el trabajo o en reunión de la administración del edificio.
Sólo que ahora también usamos la red.
No hay mejor sordo que el que no quiere oir.
Fotos| Shutterstock y Hotel La Residencia